MÁLAGA La policiía encontró rophinol en la mansión El harén marbellí de las 11 mujeres de Sasha
Guapas y ricas, un enigmático iraní con pasaporte británico las engatusaba en Londres
Luego las encerraba como concubinas en una lujosa mansión que ellas mismas pagaban
Nacieron siete niños
Él, detenido unas horas, presume de ser amigo de Putin y Obama
En España al menos desde 2002, Shojai tiene pasaporte británico. CRÓNICA
ANA MARÍA ORTIZ Actualizado: 11/05/2014 02:58 horas
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La policía marbellí cruzó el pórtico que da acceso a la finca incrédula ante los insólitos hechos que una mujer extranjera acababa de denunciar en comisaría. Lo que relataba era digno de un cuento de las Mil y una Noches, pero en clave de terror. Básicamente, la joven había dicho que en el número 14 de la calle Montemayor, en la lujosa urbanización Los Balcones de la Sierra, en Marbella y en el siglo XXI, se ocultaba un harén. Que el señor de la casa, al que todas conocían por Sasha y de origen iraní, tenía actualmente nueve concubinas -la denunciante incluida- pero que habían llegado a ser 11.
Que no se trataba de mujeres musulmanas ni de ambientes marginales sino de jóvenes universitarias captadas por Sasha mientras estudiaban en Londres. Que muchas pertenecían a familias adineradas de distintas partes del mundo:Rusia, Alemania, Dinamarca, Tumerkistán, Kazajistán (2), Mongolia y Lituania. Que algunas llevaban en la casa cinco años. Que de la convivencia con Sasha las mujeres habían dado a luz a siete niños, de entre 9 meses y 7 años de edad. Que no estaban allí por gusto. Que no habían intentado huir porque las tenía amenazadas....
Cuando los agentes accedieron a la propiedad -27 de marzo pasado-, pudieron comprobar que el interior ciertamente evocaba el exótico reino de Sherezade. El supuesto harén de Sasha ocupaba 10.000 metros cuadrados, 2.000 construidos, interminables jardines con vistas a la costa, habitaciones con arcos festoneados, una piscina interior climatizada y decorada con frescos, mosaicos, columnas, esculturas de mujeres desnudas, interminables chaises longues con asientos para 15... Y dos mansiones, la principal, o Casa Saf, en la que vivían las chicas -10 habitaciones, 11 baños- y la villa aledaña del señor, Casa Nabil. El alquiler del complejo ascendía 11.000 euros al mes.
Ante el requerimiento de los agentes, apareció impecable el señor Sasha, el califa de aquel supuesto harén. Un tipo elegante: 56 años, traje y corbata, zapatos brillantes, pelo tintado, educado, cojea ostensiblemente. La policía puede comprobar que su identidad real es la de Shoja Shojai, según figura en su pasaporte británico. Las chicas dirán luego que creen que está vinculado a Gran Bretaña por su condición de refugiado. Sorprendentemente, saben poco de él.
El encuentro de los agentes con las concubinas también es singular. «Del interior de la vivienda acuden un total de siete mujeres junto a unos cuantos niños. Al comprobar la presencia de la denunciante acompañada por agentes, mantienen en principio un comportamiento temeroso presentando síntomas de nerviosismo y ansiedad, si bien, tras entrevistarse con la denunciante y los agentes, comienzan a abrazarse entre ellas salvo dos, y posteriormente cinco de ellas, de forma libre y voluntaria, aceptan ser trasladadas a las dependencias policiales a objeto de tomar declaración», recoge el atestado policial.
Finalmente las nueve denunciarán a Shoja Shojai, o Sasha, por maltrato psicológico y amenazas, pero el desconcierto policial se acrecienta conforme avanzan los interrogatorios. Dicen que la mayoría conoció a Sasha mientras estudiaban en una prestigiosa escuela de diseño en Londres. Algunas han trabajado como modelos. Tienen entre 23 y 36 años y verdaderamente son jóvenes inteligentes y bien parecidas. La mayor es la única con la que Sasha está casado y tiene con ella dos hijos. Todas visten al modo occidental. Cuentan que Sasha primero las enamoró y luego las trajo a Marbella. A algunas haciéndoles creer que les abriría camino en el mundo de la moda. A otras diciéndoles que les había hecho firmar documentos comprometidos y que serían detenidas si no huían.
-¿Considera a Shoja su pareja o novio? -pregunta a una la policía.
-Sí.
-¿Cómo considera a este señor su pareja cuando hay otras chicas que dicen lo mismo?
-Porque he estado tiempo con él. Es la persona con que paso mi tiempo y es mi hombre. Era el hombre con el que vivía.
-¿Desde cuándo vive en Marbella?
-Desde hace un año y medio. Lo conocí en Londres.
-¿Al llegar a Marbella cuántas chicas vivían en la casa?
-Muchas, sobre nueve o 10.
-¿No le resultó extraña la situación?
-Sí, pero no podía volver porque había dejado mis estudios.
Más increíble aun parecía que las mujeres mejor posicionadas económicamente aseguraran que Sasha les hacía pedir dinero a sus familias, sumas que él se apropiaba. Ellas lo costeaban todo. «Él nos obligaba a hacer los pagos del colegio, el alquiler [11.000 euros], la comida, los coches, todo lo que compró. Él no tenía ingresos», declararon las concubinas, quienes aseguraban haber entregado a Sasha al menos un millón de euros. ¿Cómo era posible que soportaran tal situación? ¿Por qué no habían huido cuando tuvieron oportunidad: al visitar a sus familias en sus países de origen, al llevar a los niños mayores al colegio o aprovechando las salidas para aprender español en una academia de Marbella? Y así contestaban una tras otra a los atónitos agentes.
-¿Le ha impedido Shoja volver a su país?
-Me dejaba ir, pero sin el bebé.
-¿En algún momento ha querido marcharse de la casa?
-Sí, pero él no me dejaba, me amenazaba diciéndome que conocía a mucha gente y en su país también, que conocía a mi familia y que le haría daño a ellos también.
-¿En estos años no ha tenido posibilidad de hablar con la policía o alguien y contar lo que pasaba?
-Este señor controla a la policía aquí en España y en otros países, organizaba citas con policías.
-¿Cuando él ha estado de viaje no ha podido marcharse?
-La gente que trabaja en la casa nos rodea y controla. He visto a esa gente, incluyendo a policías.
Las chicas están convencidas de que Sasha tiene vínculos del más alto nivel, hasta el punto de que manda sobre la policía. Les ha hecho creer que tiene acceso incluso a Obama y que es íntimo de Putin. A su nombre -sean ciertas o no- se han encontrado cartas en las que se le invitaba a impartir conferencias en la Cámara de los Comunes británica. «Si me dejas, no tendrás vida. Puedo destruir la vida de tu familia, puedo poner a tu padre en la cárcel en segundos, o te puedo poner a ti en la cárcel poniendo droga en tu bolsa. Pero si haces lo que te digo me ocuparé de ti y todo irá bien», aseguran que amenazaba él.
Las jóvenes refirieron también en comisaría habituales dolores de cabeza que podrían estar vinculados con un medicamento que la policía encontró en la mansión. El rophinol, de fuertes efectos hipnóticos y amnésicos, es conocido como «la droga del amor» y ha sido usado en violaciones. Tres de las mujeres aseguran que Sasha se lo suministraba. Les daba también una ampolla bebible de efectos antidepresivos, para favorecer, aseguran ellas, que se cumpliera una de sus normas: «Estad siempre contentas y sonrientes».
Del califa de la historia poco se sabe. Shoja Shojai se ha presentado como dueño de una importante empresa petrolera, Uri International, con sede en Bahamas, de la que, de momento, ni la policía ni Crónica ha encontrado ningún rastro. Nació en agosto de 1957 en Abi Abad (Irán), y la primera pista de su presencia en España se sitúa en 2002, cuando el italiano Mauro Borello consiguió desahuciarlo de su propiedad, otra lujosa villa, esta vez en Estepona.
Sasha está en libertad mientras se evalúa psicológicamente a las jóvenes y se determina si su historia es creíble y si realmente tenían una relación con él. De ello dependerá que se ocupe del caso el juzgado de violencia de género o el ordinario. Él vive solo en su mansión de 10 habitaciones, todas vacías, y ellas en casas de acogida o de vuelta a sus países. Cuentan que siguen sonriendo. Pero ahora de verdad.
AS MIL E UMA NOITES NA IBÉRIA...
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