Los 9 maestros catalanes de la infamia
CRÓNICADenunciados por menoscabo moral
JAVIER NEGRE
29 ABR. 2018 03:44
Quiénes son y cómo se comportaron los profesores de un colegio catalán que se dirigieron en tono despectivo y humillante a los hijos de guardias civiles que tenían como alumnos tras el 1-O
Los alumnos aludidos sufrieron de ansiedad y fuerte miedo a represiones. En algún caso, llamaron llorando a sus padres para que fueran a sacarlos del colegio
"Que levanten la mano los hijos de los Guardias Civiles", "parecen (vuestros padres) perros rabiosos"
La mañana del pasado 2 de octubre el profesor de Matemáticas del instituto público El Palau de Sant Andreu de la Barca (Barcelona) no dio clases de álgebra a sus estudiantes de cuarto de Secundaria. La maestra de inglés no enseñó la lengua de Shakespeare a sus alumnos de primero de la ESO. La de Ciencias Naturales tampoco les explicó la teoría de la evolución de Charles Darwin. Y más tarde, el Superman indepe del centro, apodado así por los alumnos porque apareció en sus redes sociales con una estelada como capa, no se empleó a fondo en la enseñanza del catalán... Ellos y otros cinco profesores más olvidaron sus labores docentes para, según ha denunciado la Fiscalía Provincial de Barcelona, «humillar y señalar» a los hijos de varios agentes de la Guardia Civil, algunos de los cuales estuvieron destinados en el País Vasco en los años de plomo de ETA. En avisperos como Azkoitia o Intxaurrondo. En la Guipúzcoa de los tiros en la nuca. Allí donde les señalaban o les miraban con cara de odio por llevar el tricornio. Ahora, ya con la banda derrotada, estos mismos agentes sienten que vuelven a estar en la diana. Y no sólo ellos. También su flanco más débil, sus hijos. Y en el interior de un aula por la presunta culpa de unos maestros que, según el escrito de la Fiscalía, han querido discriminarles ante sus compañeros por el mero hecho de ser hijos de la Benemérita.El clima de hostilidad hacia los hijos de guardias civiles nunca había reinado en El Palau hasta el pasado 1-O. Un centro educativo dependiente de la Generalitat con 1.200 alumnos, dotado de pizarras digitales en cada aula y con los ciclos formativos más punteros de Cataluña. Más allá de alguna riña entre alumnos por chicas, por chivarse de algún copión o por disputar un balón en su pista de fútbol, el instituto no había registrado ningún incidente de calado. La comunión entre el claustro y el alumnado era total. Se respiraba paz en este edificio de color beige situado a 150 metros del cuartel más grande de la Guardia Civil en Cataluña, con 1.500 agentes, y que nutre al instituto de alumnos. En total, 40 estudiantes que estaban totalmente integrados. Ajenos a cualquier lucha política. En un lugar donde nadie les señalaba por ser hijos de agentes. Hasta ese maldito 1-O. La fecha que llevó definitivamente la fractura social a Cataluña. No sólo a sus calles, a sus hogares o a sus empresas. También a unas aulas donde algunos docentes se olvidaron de los principios rectores del sistema educativo catalán como son «el respeto de los derechos y deberes que se derivan de la Constitución y del Estatuto, la inclusión escolar y la cohesión social así como la exclusión de cualquier tipo de adoctrinamiento». Marcando a los descendientes de guardias civiles. Hasta hacerlos llorar. O bajar las persianas de sus habitaciones. Por miedo.Ahora el fiscal para delitos de odio de Barcelona, a petición de los padres afectados, les ha acusado de un delito de lesiones de la dignidad de las personas por motivos de discriminación por nacionalidad (hasta dos años de prisión) y a cinco de ellos, además, les imputa un delito de injurias graves contra los Cuerpos de Seguridad (con una pena de multa de 12 a 18 meses). Mientras tanto, el director del centro, de origen maño, guarda silencio. Como los profesores acusados. El alcalde socialista de este municipio del cinturón rojo de Barcelona, Enric Llorca, sí ha querido defender a un centro con una trayectoria intachable. También pidió hace siete meses un informe sobre lo ocurrido al departamento de Enseñanza del Bajo Llobregat. Aún lo está esperando.
Gemma Dabán. Maestra de Inglés y organizadora de eventos de salsa
Once y media de la mañana. La profesora Gemma anuncia a su alumnado de primero de Secundaria que habrá una manifestación en el patio para condenar la violencia policial. Lleva una foto donde aparecen, según la denuncia, 50 guardias civiles. «Parecen perros rabiosos», expresa. Entre sus estudiantes, estaba M. J., de 12 años, hija de José, agente de la Guardia Civil. La niña decidió intervenir entre lágrimas para explicar que su padre y sus compañeros sólo cumplieron con su deber. «Si no se hubiesen resistido a ser desalojados del instituto no había pasado nada», aclaró. Gemma, que estudió su carrera en la Complutense y es también madre, la mandó al lavabo a secarse «las lágrimas». M. J. llegó rota de dolor a su casa y le dijo a sus padres que no quería volver al instituto. Estuvo cuatro días sin aparecer. Metida en una habitación. Hundida por haber sido presuntamente señalada por la persona que en teoría debe proteger a los alumnos de este tipo de comportamientos. Fue su padre quien le pidió que regresase a clase. La maestra salió de aquel aula y otra clase siguió, según el escrito de la Fiscalía, con su señalamiento. Ante 25 alumnos, preguntó: ¿Quiénes sois hijos de Guardias Civiles. Sólo uno levantó la mano. Era J., hijo de un guardia civil. La maestra está abatida y ha declarado a su entorno que todo ha sido una invención. «Nos han utilizado políticamente. Yo no odio a la Guardia Civil ni me importa que esté en Cataluña. He dado clase a muchos hijos de guardia civiles y hablo a mis alumnos en castellano. También tengo una escuela de baile [se llama Cubanéame especializada en salsa y bachata] a la que vienen guardias civiles. Son declaraciones inventadas porque con una de las niñas que se ha quejado tengo una buena relación. Le habrán dicho que diga eso o a saber», ha dicho insistiendo en que esa mañana solo dio clases de speaking. «Les pedí a los alumnos que describiesen en inglés su casa ideal. Algunos se pusieron a discutir por el 1-O, me limité a separarlos y la niña empezó a llorar», ha llegado a confesar.
Jordi Amorós. Maestro de Matemáticas
Nueve de la mañana del 2-O en El Palau. La acción de las Fuerzas de Seguridad del Estado para frustrar, ante la pasividad de los Mossos, la consulta ilegal ha levantado ampollas. La máquina propagandista indepe ha convertido a la Policía y a la Guardia Civil, a ojos de la opinión pública, en cuerpos represores con 800 víctimas a sus espaldas [sólo serían cuatro reales]. En ese clima, Amorós entró en el aula de 4º de la ESO con el rostro cansado. El 1-O había estado encerrado en el centro para posibilitar el referéndum y fue desalojado. «No me encuentro en disposición de dar clases normales por lo acontecido ayer, ya que la Policía y la Guardia Civil me han tratado a palos, porque son unos animales y unos bestias que solo saben dar palos», explicó Amorós a sus alumnos. No les contó que se resistió a la autoridad. Entre sus estudiantes estaba C., de 15 años e hija de un agente. «Mi padre es guardia civil y no ha pegado ningún palo a nadie», le dijo antes de romper a llorar. Sus lágrimas no compungieron a Amorós porque, más tarde, volvería a causar el llanto de la hija de otro agente llamada V. Amorós pidió un traslado y en diciembre abandonó el centro.
Ruth García. Profesora de Catalán
A las 11 y media de la mañana los alumnos de cuarto de Secundaria que recibieron la no clase de Matemáticas del profesor Amorós tienen, según su horario escolar, una lección de Catalán con la maestra Ruth García. La docente sólo enseña a sus alumnos que «los guardias civiles son unos animales que sólo saben dar palos», según recoge la denuncia. Allí en el aula seguía C., la hija del guardia civil que ya había tenido que soportar las palabras gruesas de Amorós contra la Benemérita. Había aguantado el primer envite del profesor de Matemáticas, pero ya no pudo con el segundo de la experta en catalán. Rompió a llorar desconsolada y llamó a su padre para que la recogiese. «Papá, no aguanto más», le dijo. «A consecuencia de los comentarios y del debate provocado por ambos docentes la menor se sintió señalada y humillada por ser hija de un guardia civil y también angustiada», recoge la denuncia del fiscal que ya ha sido admitida a trámite en el Juzgado número tres de Martorell. La menor lloró durante «todo» el día y preguntó a sus padres si esa hostilidad se iba a prorrogar en el tiempo.
Helena Soler. Maestra de Catalán
Treinta estudiantes de primero de Bachillerato esperan en el aula la llegada de Helena Soler i Puig, reputada escritora, con varias obras en su haber, y profesora de Catalán. Son las 11 y media de la mañana y la maestra, que tiene su Facebook inundado de fotos a favor de la liberación de «los presos políticos» y de esteladas, irrumpe en la sala para anular la sesión de enseñanza. «Hoy no hay clases por estar indignada con la Guardia Civil porque han sido unos salvajes», espetó, según el escrito de la Fiscalía, para acto seguido convocar a sus estudiantes a la manifestación de repulsa que se iba a celebrar a las doce de la mañana en el patio del instituto. Les explicó que los alumnos de Bachillerato irían a la calle y los alumnos de Secundaria al patio del centro por ser menores de edad. Entre ellos, estaba D., de 18 años e hija de un agente de la Benemérita. La chica no se arredró y le dijo a Helena que no iba a salir de clase. «Yo vengo al instituto para estudiar, no para hablar de política», le comentó. Y la profesora le replicó: «Pues eso es lo que hay... si no te gusta ahí tienes la puerta». Y D. siguió sus órdenes y se fue «afligida» a su domicilio.
David Tomé. Profesor de Catalán
18 días después de que varios alumnos fuesen señalados por algunos profesores por ser hijos de guardia civiles y de que los padres se movilizasen en señal de protesta, hay un profesor que cae en un comportamiento similar, según la Fiscalía. Se trata de David Tomé, al que algunos apodaron el Superman pues apareció en su Facebook con una estelada como capa. La imagen circuló por el Whatsapp de los estudiantes y él decidió borrar la imagen de su red social. Tomé, en una clase de tercero de Secundaria y «conocedor del gran rechazo social generado por el comportamiento humillante de sus compañeros», dijo a sus alumnos: «Que levanten la mano los hijos de los Guardias Civiles». Varios alzaron la mano y fue cuando Tomé les aclaró que entendía que no quisieran hacer la huelga que había convocada en contra de la aplicación del artículo 155 porque eran hijos de guardias civiles y sus padres no eran independentistas. Les explicó que tenían que ir a clase «poniendo en evidencia ante todos los alumnos a aquellos que eran hijos de la Guardia Civil, señalándolos para ser blanco del rechazo y la hostilidad de sus compañeros de aula», reza el escrito de la Fiscalía.
Ana Belén Cadenas. Maestra de Naturales
Eran las 11 y media de la mañana cuando la profesora de Ciencias Naturales apareció en una clase de tercero de Secundaria del instituto El Palau. Ante 30 alumnos, y según denuncia la Fiscalía, animó a sus alumnos a sumarse a la manifestación que se había organizada en el centro contra la actuación de las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado el 1-O: «El que esté a favor de la violencia policial que se quede en clase y el que no, que se baje al patio», les dijo a sus estudiantes. Entre ellos se encontraba D., de 14 años, quien como otros hijos de guardias civiles presentes en el aula y otros estudiantes ajenos al cuerpo declinaron la posibilidad de sumarse a la repulsa. Sin embargo, por allí apareció el jefe de estudios para explicarle a todos los que se habían negado a bajar al patio que debían sumarse a la protesta «viéndose obligados a hacerlo dada su autoridad educativa», según recoge el escrito del fiscal Miguel Ángel Aguilar. D. y su hermana V., que había padecido una situación similar, tuvieron que ser recogidos por su madre, víctimas de una crisis de ansiedad.
Lucía Cortinas. Profesora de Naturales
11,45 de la mañana. P., de 12 años y estudiante de primero de Secundaria, llega tarde a clase porque había acompañado a otro compañero hasta el botiquín a cubrirse una herida que se había hecho en el patio. Toca en la puerta y pide permiso para entrar. La profesora Lucía de Ciencias Naturales le recibe con mala cara. Le deja entrar pero nada más sentarse en el pupitre le dispara una tendenciosa pregunta: «¿Estarás contento con lo que hizo tu padre ayer?». P. no tardó en verse inundado en un mar de lágrimas. «Se puso a llorar porque no entendía el comentario de la profesora, quedando también señalado como hijo de la Guardia Civil, al que se le atribuía gratuitamente ser autor de un supuesto maltrato policial», se expone en la denuncia. La docente no frenó ahí y dijo a sus alumnos: «Cuando oigáis una música por megafonía debéis bajar al patio durante 15 minutos a protestar por la actuación de la Guardia Civil». Les puntualizó que los agentes habían entrado en el centro rompiendo las puertas. Y P., después de aquello, estuvo «apagado» varios días.
Gemma. Maestra de primero de Secundaria
La profesora Gemma de primero de Secundaria decidió minutos antes de que el reloj marcase las 12 de la mañana interrumpir su clase para exigir a sus 25 alumnos que bajasen al patio «para defender la independencia». Entre ellos, estaba J., hijo de un guardia civil destinado en la comandancia de Sant Andreu, quien por «miedo a posibles represalias y dado que era algo generalizado para todos los alumnos» decidió seguir las instrucciones de la docente. Estas supuestas humillaciones contra hijos de la Benemérita están siendo seguidas con preocupación en el Ministerio de Educación pues la Consejería de Enseñanza de Cataluña está presidida, en virtud de la aplicación del artículo 155, por el ministro del ramo, Íñigo Méndez de Vigo. Sin embargo, no se abrirá ningún expediente contra los profesores. «De momento el asunto está siendo investigado por la vía judicial. Y la vía judicial anula por el momento la vía administrativa», puntualizan desde el Ministerio de Educación.
Carina Navarro. Profesora de Catalán
Nueve de la mañana en el instituto El Palau. Primera hora de clase. Los alumnos de tercero de Secundaria esperan una brillante lección de Catalán. Pero se encuentran con que la profesora Carina Navarro decide anular la sesión de docencia con estas palabras: «Estoy muy afectada por los hechos y la actuación desproporcionada de la Guardia Civil ocurridos en el día de ayer». A su estudiante D., nacida un 4 de julio de 2004 e hija de guardia civil, le invadió un sentimiento de culpa. «Se sintió muy afectada porque creía que la clase se había suspendido por culpa de su padre y de sus compañeros, expresando ante sus padres todos los días que se tienen que ir del cuartel y de Cataluña», se recoge en el escrito del fiscal. La niña de 13 años tiene las persianas de su habitación bajadas a cal y canto. Tiene miedo «a que le pueda pasar algo».
AÍ NUMA CÂMARA SOCIALISTA DOS ARREDORES HÁ UMA TURMA COM UM ÚNICO BRANCO.É OU NÃO UMA FESTA?E QUEM PAGA QUEM É?
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