La inmigración agrieta la política italiana
La incapacidad del Ejecutivo de Gentiloni para aprobar la ley que otorga la nacionalidad a los hijos de inmigrantes descubre las costuras de la legislatura
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DANIEL VERDÚ
Roma 24 JUL 2017 - 10:02 CEST
Senadores italianos de la Liga Norte protestan contra la ley Ius Soli. GIUSEPPE LAMI
Algunas leyes dicen más de la situación de un país que miles de tertulianos gritando. En las últimas semanas, la piedra Rosetta de la política italiana se llama ius soli. Una norma que el Gobierno de Paolo Gentiloni quería aprobar antes de terminar el curso y según la cual los hijos de los inmigrantes con al menos cinco años de residencia en el Estado recibirían la nacionalidad, en lugar de tener que esperar hasta los 18 años.
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