LA MIRADA DEL CORRESPONSAL
Un memorial para los esclavos de Portugal
AITOR HERNÁNDEZ-MORALES Lisboa
Los lisboetas votan a favor de erigir una estatua a los millones de africanos con los que traficaron
Extendiéndose de Brasil a Macao, el Imperio Portugués ocupó medio mundo durante su época de máximo esplendor, y hoy en día los ciudadanos del país vecino mantienen viva la memoria del conjunto colonial extinto, mostrándose especialmente orgullosos de la osadía de sus antepasados en la Época de los Descubrimientos. Esa memoria, sin embargo, falla a la hora de recordar el papel de los portugueses en el tráfico de esclavos durante el mismo período. Entre 1501 y 1866 más de 12,5 millones de esclavos fueron llevados a la fuerza de África a las Américas, y de ellos casi la mitad salieron de tierras bajo dominio luso. Mientras que Francia y Reino Unido han intentado recuperar la memoria de los esclavos y el papel de sus respectivas naciones en el comercio más infame de la Historia con la construcción de memoriales y museos, en Portugal se ha evitado rememorar el pasado teñido de sangre. La carencia es llamativa ya que, a diferencia de otras potencias europeas, Portugal importó gran número de esclavos a su territorio continental: miles fueron destinados a trabajar los campos agrícolas del Alentejo, pero otros muchos vivieron en Lisboa, donde ejercían de pescadores, carpinteros, y obreros comunes. Había tantos esclavos en la capital lusa que los cronistas renacentistas se referían a ella como "la ciudad negra", pero hoy en día no hay ni una construcción conmemorativa que sirva para recordar su paso por la ciudad. El Ayuntamiento de la capital se erige sobre el solar que antiguamente acogía el mercado de esclavos, pero no hay ni una inscripción discreta que haga mención a las personas que fueron vendidas ahí. Tampoco hay placa que explique que la construcción del Gremio Literario fue financiada con fondos procedentes de la venta de esclavos, o que la calle del Pozo de los Negros -actualmente llena de cafés de hípsters- haga referencia a la fosa común donde se arrojaban sus cadáveres cuando fallecían.Recientemente, sin embargo, los ciudadanos de la capital lusa optaron por poner fin a la desmemoria y hacer un reconocimiento tardío tanto al dominio luso del tráfico de esclavos al aprobar la construcción del primer Memorial a las Víctimas de la Esclavitud de Portugal. La iniciativa, presentada por la Asociación de Afrodescendientes Djass, fue una de las más votadas dentro del Presupuesto Participativo de Lisboa, iniciativa municipal que destina un total de 2,5 millones de euros para proyectos sociales presentados y aprobados por las personas empadronadas en la ciudad. La estatua será erigida en la céntrica Ribeira das Naus, explanada ubicada a pocos metros de la emblemática Praça do Comércio y sitio donde los esclavos llegaban de los barcos procedentes de África a lo largo de casi 400 años.Debatir el pasado y presente de Portugal"Lisboa está llena de monumentos que realzan la figura de los Descubridores, pero ninguno que hable sobre lo que hicieron los portugueses en las tierras que colonizaron", explica a EL MUNDO Beatriz Gomes Dias, presidenta de la asociación Djass. "Lo que pretende este memorial es abrir un diálogo y contar la historia no contada. Es importante reconocer que el esplendor de Portugal se debió en gran parte al tráfico de esclavos".Gomes Dias considera que la falta de conocimiento sobre el pasado esclavista ha permitido que perdure el mito del 'imperio bondadoso' promovido por la Dictadura Salazarista (1932-1974) para justificar la manutención de sus colonias en África y Asia en pleno proceso de descolonización. La activista denuncia que la consecuencia directa de esa ignorancia es un racismo institucional que se basa en una concepción homogénea de la sociedad lusa. "Los colegios lusos siguen hablando de los portugueses en términos de 'descubridores buenos', europeos benevolentes que fueron a África para civilizar a seres inferiores que necesitaban ser salvados. A la vez, dan a entender que ser portugués es ser descendiente de esos navegantes de antaño. Todo esto contribuye a la idea de que los no blancos no formamos parte de la sociedad de portugueses 'reales'.""Este memorial sirve para recordar que muchísimos portugueses somos descendientes de los esclavos traficados por esos navegantes, esclavos que sufrieron violencia extrema, y que desempeñaron un papel fundamental en la construcción de esta nación. Recordarles no sólo es necesario por motivos de exactitud histórica, sino también para cambiar nuestra sociedad actual, en la que los no blancos son visibles en nuestras calles pero no tienen presencia en las altas esferas del ámbito empresarial, cultural y político".Memoriales incómodosLa construcción del Memorial a las Víctimas de la Esclavitud fue aprobado pocas semanas después de que Lisboa viviera una polémica por una estatua ya existente, recientemente relacionada con el tráfico de esclavos. A principios de octubre un grupo de activistas convocó una manifestación en torno al memorial del padre jesuita António Vieira (1608-1697). Aunque el misionero es reconocido por su defensa de los derechos humanos de los indígenas en Brasil, los manifestantes denunciaban que el clérigo mostró mucho menos solidaridad con los esclavos africanos que llegaban a la entonces colonia portuguesa. Según los activistas, el hermano de Vieira había sido traficante de seres humanos, y el propio jesuita había tenido esclavos a su servicio.Cuando los manifestantes llegaron a la estatua a la hora anunciada, se encontraron una contramanifestación de neonazis que terminaron por reventar la convocatoria. La policía municipal tuvo que intervenir para evitar choques entre quienes portaban carteles contra el clérigo y los ultranacionalistas cargados de banderas portuguesas. El desencuentro por la estatua hizo que muchos compararan el incidente con los vividos recientemente en Estados Unidos, donde la retirada de monumentos confederados también ha provocado encontronazos entre manifestantes. La historiadora Ângela Barreto Xavier, investigadora del Instituto de Ciencias Sociales de Lisboa, señala que aunque la tensión sobre perspectivas de la historia en Portugal no es tan intensa como la vivida en Estados Unidos, memoriales como el aprobado en Lisboa pueden resultar incómodos para muchos lusos."La visión heroica de la Época de los Descubrimientos es un pilar tan fundamental de nuestra sociedad que hasta los historiadores sienten cierto desagrado cuando toca desmontar los mitos asociados con este periodo. No cabe duda de que algunos portugueses sentirán que el memorial a los esclavos atenta contra la concepción que ellos tienen de la Historia, pero lo primero que tienen que hacer es reconocer que esa Historia que veneran es falsa"."El colonialismo fue de una violencia inimaginable, y ese violencia también se vivió en Portugal, donde la esclavitud fue legal hasta 1761. A muchos les chocará ver un memorial que lleve esa realidad al espacio público, pero la historia se basa en hechos, y un país desarrollado tiene que aceptar su pasado, con sus luces y sombras".
SERÁ QUE ESTE CORRESPONDENTE GOSTARÁ DA INDEPENDÊNCIA DA CATALUNHA?É QUE COMO OS SEUS AMIGOS DA EXTREMA ESQUERDA POR CÁ SÃO A FAVOR...